La Flotilla Sumud, integrada por embarcaciones que llevan ayuda humanitaria hacia Gaza, denunció este martes que se encuentra bajo ataque en aguas internacionales. Desde la tripulación reportaron nueve explosiones, interferencias en las comunicaciones y el lanzamiento de químicos contra los barcos.
Los organizadores aseguran que los ataques buscan frenar la misión, cuyo objetivo es abrir un corredor humanitario para el ingreso de alimentos y medicinas en medio del bloqueo a la población palestina.
El brasileño Thiago Ávila, uno de los organizadores de la Flotilla, fue el primero en dar la alarma a través de un mensaje transmitido en vivo:
“Alerta, alerta, desafortunadamente la Flotilla está siendo atacada de nuevo. Esta es la sexta explosión que escuchamos: la primera fue en el barco Pawella, la segunda en Ulara, la tercera en Notaria, la cuarta en María Cristina, la quinta en Selvadia, y ahora otra más. Están lanzando explosiones contra nosotros, atrapando la comunicación de radio y arrojando químicos como lo hicieron en Ulara”.
Ávila señaló que los ataques forman parte de una estrategia de hostigamiento que combina drones, intimidación y agresiones directas:
“Los drones han estado encima de nosotros durante muchas noches, pero ahora están escalando en ataques más severos y peligrosos”.
El organizador insistió en el carácter humanitario de la misión:
“Estamos a menos de 600 millas náuticas de Gaza, en una misión de solidaridad humanitaria y no violenta. Traemos comida y ayuda para abrir un corredor humanitario. Estamos protegidos por la ley internacional. Somos parte de la conciencia del mundo que no puede permitir que los niños sigan sin comida ni asistencia”.
La dirigente argentina Cele Fierro, referente del MST y también integrante de la Flotilla, aportó detalles de la situación:
“Desde hace dos horas aproximadamente se empezaron a escuchar detonaciones contra los barcos. Desde la tarde, cuando apenas anocheció, hubo aún más drones que los días anteriores sobrevolando todas las embarcaciones. Por ahora, se han contado alrededor de nueve detonaciones. Lo primero es transmitir que todos están bien, aunque algunas embarcaciones resultaron dañadas”.
Para Fierro, el ataque debe entenderse en un marco político mayor:
“No hay que sacar los ojos de lo que sucede en Gaza: es un genocidio. Este ataque busca frenar una misión humanitaria cuyo único objetivo es abrir un corredor para romper el bloqueo que impone el Estado sionista”.
La referente política reclamó medidas inmediatas a nivel internacional:
“Es necesario que todos los gobiernos rompan relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. No sirven declaraciones bonitas si no se actúa de manera urgente. Lo que corresponde es aislar completamente a ese Estado para poner fin al genocidio”.
Finalmente, reafirmó la decisión de continuar:
“El sionismo vuelve a demostrar que no tiene problemas en atacar en aguas internacionales, como ya lo hizo en Flotillas anteriores. Pero tenemos la convicción de continuar. No nos van a frenar porque lo que están llevando adelante es una barbarie que no podemos permitir”.
Las voces de Thiago Ávila y Cele Fierro confluyen en un mismo diagnóstico: lo que está ocurriendo contra la Flotilla Sumud no es un episodio aislado, sino un ataque sistemático en aguas internacionales. Drones que sobrevuelan durante horas, explosivos que impactan contra los barcos y químicos arrojados desde el aire son parte de una estrategia de hostigamiento destinada a quebrar la misión.
Al mismo tiempo, ambos remarcan el carácter estrictamente humanitario de la travesía: alimentos y medicinas destinados a una población sitiada, que padece hambre y carece de insumos básicos por efecto del bloqueo.
Y, por encima de todo, señalan la dimensión política del desafío. No se trata solo de llegar a Gaza con ayuda, sino de denunciar ante el mundo el genocidio contra el pueblo palestino y exigir a los gobiernos medidas concretas —ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, aislamiento internacional— que estén a la altura de la urgencia.
La Flotilla Sumud, en ese sentido, se convierte en un acto de solidaridad global que rompe con la indiferencia y desnuda la impunidad. Cada ataque recibido no debilita el sentido de la misión, sino que lo confirma: allí donde se intenta imponer silencio y miedo, lo que emerge es un mensaje colectivo de resistencia y dignidad.
El mensaje final, transmitido en medio de los ataques, busca movilizar al mundo:
“Nuestra misión es de solidaridad, no de violencia. Por favor, no dejen que esto pase impune. Necesitamos un paso seguro hacia Gaza”.




