Gastón Harispe, abordó la coyuntura política de la Argentina con una mirada amplia, que va desde el armado electoral bonaerense hasta la situación geopolítica global. Para Harispe, el peronismo enfrenta un escenario crítico, marcado por el avance de intereses extranjeros, la fragmentación del Estado nacional y una profunda crisis de representación, pero también con la posibilidad de recuperar la iniciativa política si se reencuentra con sus banderas históricas.
Harispe reconoce que el cierre de listas en la Provincia de Buenos Aires no fue producto de una hegemonía clara ni de una conducción única, sino el resultado de tensiones y acuerdos entre múltiples sectores. Celebra que el gobernador Axel Kicillof haya intervenido en el proceso político, permitiendo una distribución de responsabilidades en el armado y habilitando el debate territorial.
“No fue una construcción perfecta ni el ideal de internas abiertas, pero hubo un reparto del poder real y eso es un paso importante”, asegura.
La campaña electoral estará conducida principalmente por los intendentes, que tuvieron un rol central en el armado, especialmente en el conurbano. Pero Harispe destaca el papel que deberá jugar el movimiento militante para sostener y ampliar la campaña, incluso en aquellos distritos donde las estructuras tradicionales no se movilicen con fuerza.
“Muchos sectores militantes no fueron beneficiarios del armado, pero hay una mirada patriótica y un compromiso que va más allá del lugar en la lista”, sostiene.
Consultado sobre el conflicto reciente con la Policía Bonaerense, Harispe lo inscribe en una larga historia de tensiones entre las fuerzas de seguridad y los gobiernos populares. Denuncia la infiltración de actores con intereses propios y operaciones políticas, y remarca el peligro que implica la presencia de Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad, a quien acusa de especializarse en inteligencia y maniobras internas.
“Es correcto que el gobernador haya actuado frente a conspiraciones dentro de las fuerzas de seguridad. La policía tiene que cuidar al pueblo, no operar contra su gobierno”.
Además, cuestiona a la oposición liberal por promover candidatos sin formación política, utilizando el discurso de la inseguridad como eje de campaña, incluso recurriendo —según él— a generar situaciones para instalar el tema en la agenda.
Harispe observa una crisis generalizada de representación, donde sectores amplios de la sociedad, incluidos muchos que votaron a Javier Milei, se sienten defraudados y desilusionados. La baja participación en elecciones provinciales y el rechazo creciente al modelo libertario son indicadores claros, pero también advierte que ese descontento no se traduce automáticamente en apoyo al peronismo.
“La gente está enojada con todos, hay una sensación de desamparo. Pero los motivos para seguir votando a Milei se están agotando. Lo que prometieron no se cumplió, y la realidad económica es cada vez más dura”.
Desde su experiencia recorriendo barrios del conurbano, afirma que el enojo con el Gobierno nacional convive con la falta de una propuesta clara desde el campo popular. En ese contexto, llama al peronismo a reconstruir un proyecto de futuro, basado en justicia social, soberanía económica e independencia política.
Según Harispe, el principal desafío del peronismo hoy no es solo electoral. Se trata de recuperar una visión estratégica de país, una doctrina nacional que le permita al movimiento responder a una etapa histórica completamente nueva.
La actual administración nacional, sostiene, ha abandonado su rol como articulador del pacto federal y ha entregado las riendas del Estado a los intereses de potencias extranjeras. Con un presidente que “saluda banderas ajenas” y habilita la negociación directa de las provincias con capitales internacionales, lo que está en juego —dice— es la integridad territorial de la Nación.
“Hay una ofensiva contra el Estado Nacional. Se promueve la fragmentación, la entrega de recursos naturales, la militarización del sur, la instalación de bases extranjeras, el dragado de ríos por potencias militares… Esto es un nuevo tipo de guerra, una guerra silenciosa pero real”.
Harispe insiste en que la palabra soberanía debe volver al centro del debate político, no como consigna vacía, sino como eje articulador de un nuevo proyecto nacional. Y plantea que el peronismo, para ser relevante en este escenario, debe convertirse en una fuerza profundamente nacional, doctrinaria y antiimperialista, capaz de leer el mundo actual con ojos propios.
“Empiezo a ver que tanto Cristina como el gobernador comprenden esto. Es una etapa nueva, y necesita una comprensión nueva”.
En esa línea, afirma que no alcanza con denunciar a Milei o apelar al miedo: el peronismo tiene que ser, como decía Evita, revolucionario, pero además recuperar la visión profunda del país y su papel en el mundo que supo tener el general Perón.
Según Harispe, el peronismo no podrá sobrevivir si no se transforma en una herramienta para frenar la desintegración nacional. Frente a un modelo de desguace, dependencia y entrega, propone una ofensiva política, cultural y doctrinaria que coloque en el centro los grandes temas de la Nación: la soberanía, la defensa del Estado, la integración territorial, el poder popular y la proyección internacional.
“Si no recuperamos eso, nos van a llevar puestos como a tantos otros pueblos. Pero si lo hacemos, no solo podemos competir: podemos volver a ser lo que fuimos”.
FUENTE: "Entre líneas" Radio Grafica