Buenas a todos, soy el padre Adolfo, sacerdote que acompaña la vida y la fe de nuestro pueblo de Dios en los barrios populares, asentamientos y villas desde hace casi 30 años.
Bueno, ante la muerte del Papa Francisco hay muchos sentimientos en el corazón de agradecimiento por lo que es y fue la figura de Francisco en el mundo, una figura de una relevancia inmensa que con el tiempo creo que se apreciará más todavía, con su legado de buscar un mundo mejor, empezando por la iglesia de la cual él estaba pastoreando. Tantas cosas lindas que nos ha enseñado, pero sobre todo esto de leer el Evangelio de una manera más pura, más radical, más profunda. Anunciar el Evangelio a todos y a todas sin distinciones, una iglesia de puertas abiertas donde los pobres sean protagonistas de verdad. Una iglesia no sólo de pobres, no sólo para los pobres y una iglesia pobre, sino una iglesia que sea de los pobres, donde los pobres sean protagonistas.
Y cuando hablamos de pobre no hablamos solamente del que no tiene plata, sino también del migrante, del refugiado, de los chicos con problemas de adicciones, de los que están en lugar donde hay guerra, de los que tienen que trasladarse a la fuerza de sus países, de los que están sufriendo injusticias y tantas otras formas de pobreza que los humanos provocamos sobre otros humanos, formas de esclavitud modernas.
Por eso el legado de Francisco es muy grande. El intento por ser mensajero de la paz, muchas veces incomprendido, sobre todo por tantos poderosos de este mundo a quienes no les interesa la paz y no les interesa el cuidado de la casa común porque ellos la pasan bien. Y como Francisco nos hizo dar cuenta, el descuido de la casa común perjudica a todos, pero especialmente a los más pobres.
Un legado que tenemos que tratar de seguir. Todos los que nos consideramos creyentes... ampliaría un poco la cosa, no solamente los católicos, sino todos los hombres y mujeres de buena voluntad, la gente de los movimientos sociales, de la militancia social, que vieron en Francisco un referente único e irreemplazable. Rezaremos ahora para que la iglesia continúe con este rumbo, no vaya para atrás. Vamos a ver que Dios ilumine a los cardenales y a los que estarán allí eligiendo al nuevo Papa que nos va a guiar en los próximos años.
Bueno, qué decir... le damos gracias a Dios por la vida de Francisco, por todo lo que nos enseñó con su ejemplo. No perdamos de vista lo importante, perdiéndonos de vista como suele pasar a la vez en los medios, con cosas que no son importantes: como si sonrió a tal político o no, si lo abrazó o no lo abrazó, si se puso zapato blanco o zapato rojo... Todo eso son cosas absolutamente secundarias.
Lo importante es lo que nos ha enseñado: a leer el Evangelio adaptado al siglo XXI, una iglesia abierta para todos, que recibe la vida como viene, que abraza la vida, que celebra la vida, que la honra, que la fomenta, que la difunde y que la defiende. La vida de todos, especialmente de los más desprotegidos y vulnerables.
El legado de Francisco es grandísimo. Dios quiera que estemos a la altura de eso y que podamos de alguna manera u otra continuar. Creo que en las comunidades, por lo menos en muchas comunidades, sobre todo en los barrios populares, se ha sabido interpretar. Porque Francisco, de alguna manera, interpretó primero el sentir popular y lo llevó a un estrado altísimo, como es el del magisterio del Sumo Pontífice.
Porque muchas de las cosas que él promulgó, enseñó, transmitió con su ejemplo, su palabra y su forma bien argentina, son cosas aprendidas, vividas en los barrios populares y de la teología popular, sobre todo aquí de nuestra querida patria argentina, de la cual él era un dignísimo exponente.
Bueno, gracias por la posibilidad de estas palabras, y Dios quiera que nos mande un Papa que siga este camino. Abrazo para todos.