Diego Molinas: Gustavo, vos y Francisco construyeron desde el arte una amistad, ¿Cómo estas viviendo estos dias?
Gustavo Maso: Estoy raro, con sensaciones ambigüas. Fue una semana muy triste, y cuesta entrar en esa frecuencia. Ayer vi algunas imágenes y la noche fue bastante complicada. Hoy estoy un poco mejor, pero me pegó fuerte. Creo que una de las enseñanzas de Francisco es que él tenía una espiritualidad tan elevada, tan profunda, que casi prescindía de lo tangible. Y eso, en medio del dolor, también ayuda a interpretar lo que pasó.
DM: ¿Qué despertaba Francisco en tu proceso creativo?
GM: Era una fuente de inspiración permanente. Cada vez que le presentaba una obra, en ese mismo momento nacía otra. Él tenía la capacidad de decir una palabra, una frase, y ya me disparaba algo. Plantaba en mí una semilla de fraternidad humana. Esa era su magia. Y con eso, yo podía hacer crecer algo nuevo.
DM: ¿Hablaban seguido?
GM: Sí, el vínculo más fluido fue por correo electrónico. Nos escribíamos mucho. Yo viajé varias veces a verlo, pero fue por escrito donde se dio ese intercambio más poético, más profundo. Él tenía una manera muy hermosa de expresarse. El primer mensaje que me mandó fue: “Gracias por haber soplado las brasas de un recuerdo”, hablando de Cerati. Esa frase, que podía parecer simple, estaba cargada de una poética conmovedora.
DM: Hacés un paralelo entre Francisco y Charly García. ¿Qué encontrás en común?
GM: La sensibilidad. Esa capacidad de sintetizar, de escuchar, de captar lo que uno va a decir antes de que lo diga. Con Charly viví algo muy similar: respeto, atención, inspiración. Francisco también tenía esa antena, esa percepción única. Por eso digo que, aunque parezca que no tienen nada en común, hay una profundidad humana compartida.
DM: Uno de los momentos más comentados fue la obra El deseo tangible, que retrata las manos de Francisco y su hermana. ¿Cómo surgió esa pieza?
GM: Esa obra en particular —El deseo tangible— me la están preguntando mucho ahora. Fue una obra privada, digamos. Retrató un momento muy íntimo, de profunda intimidad. El mensaje estaba entre ellos dos. No era un mensaje hacia el exterior.
Yo fui, de alguna manera, como un puente. Y fui espectador de eso. De ese momento. Primero con ella, su hermana, y después con él.
Después, bueno, hay otras obras que fui haciendo que sí tenían un especial interés en Francisco, un particular interés. Como te decía: esta obra de carácter interreligioso, o el proyecto Manos por la Paz.
Pero ese momento fue muy lindo. A pesar de todo lo que te conté sobre su espiritualidad profunda, esa obra lo trajo un poco a la tierra, ¿no? Lo conmovió. Lo sorprendió, en realidad, porque él no esperaba eso.
Él me esperaba con una obra de Borges. Y al principio de la audiencia, bueno, fue la presentación, y conversamos sobre eso. Y al final de la audiencia, le obsequié El deseo tangible. Y ahí fue cuando no lo esperaba.
Sí, se conmovió. Y yo también. Fue muy lindo. Y fue difícil poder expresar todo lo que sentía en ese momento. Todas las cosas que había ido pensando previo a la audiencia.
DM: ¿Lo sentías como un cómplice en esos territorios creativos?
GM: Un poco sí. Él me ayudó a entender mejor quién era yo, hacia dónde iba. Su palabra abría caminos. Como dijo una vez sobre Borges: “Los escritores me ayudaron a descubrir quién soy”. Con Francisco me pasó eso.
DM: También hiciste la obra Atravesar lo invisible, sobre el abrazo interreligioso en Jerusalén.
GM: Sí. Un abrazo entre tres amigos: Francisco, Abraham Skorka y Omar Abboud. Uno judío, uno musulmán, uno católico. Para mí ese gesto trasciende lo interreligioso: es un acto de fraternidad humana. No hacía falta estar frente a un muro sagrado para que ese abrazo fuera poderoso.Con respecto a Atravesar lo Invisible, que vos comentabas, esa es una obra que retrata un momento muy particular que tuvo Francisco con dos argentinos: Abraham Skorka y Omar Abboud, un judío y un musulmán. Es el abrazo que se dieron frente al Muro de los Lamentos.
Ellos intervinieron en esa obra con la palabra paz, tomada de sus respectivas escrituras sagradas. Ese mensaje, en realidad, va más allá de lo interreligioso. Es cierto que en nuestro país la convivencia entre distintas religiones es algo que sucede, que es posible.
Pero lo que estaba representado ahí era, ante todo, el abrazo de tres amigos. Un gesto simple, un gesto de fraternidad humana. Un abrazo que se puede dar entre tres personas en cualquier lugar. No hace falta que sean religiosos, ni que estén frente a un muro.
Para mí, ese abrazo trascendió lo interreligioso. Y creo que así también fue concebido por ellos.
Todo el relato de Francisco en estas últimas horas tiene un mensaje que se universalizó. Abrís cualquier medio, en cualquier idioma, y constantemente aparecen gestos. Gestos potentes.
Después tuve la oportunidad de conocer a Geneviève, la monjita que aparece homenajeándolo.
DM: Hay algo poético en los gestos de Francisco que pareciera estar hecho de arte. ¿Lo sentís así?
GM: Desde el lado de él, su capacidad poética para expresarse marcaba una sensibilidad muy particular. Una afinidad profunda con lo artístico.
Es probable que en cada gesto, en cada mensaje, también hubiera algo relacionado con el arte. Francisco era, en algún punto, un artista. Era escritor, profesor de literatura… esa sensibilidad estaba ahí, presente.
Después, si uno se pregunta si en cada una de esas acciones, de esos gestos o episodios que fue protagonizando, hay una obra detrás o no, yo creo que sí. Esa es mi lectura. Habrá que ver si todos lo ven así.
En mi caso, sí, claramente. Con cada accionar suyo yo veía una obra. Veía un mensaje profundo detrás.
No hacía nada sin dejar un mensaje. Por eso digo que seguramente hay una obra de arte detrás de cada movimiento que fue dando, al menos como sumo pontífice.
DM: ¿Estás pensando en una obra nueva a partir de todo esto?
GM: Me cuesta decir “homenaje”, pero sí estoy trabajando en una representación de su centro espiritual. No como un tributo a su imagen, sino a su prédica, que fue incansable. Esa obra se va a llamar Fraternidad. Será la última, al menos en este ciclo.
DM: ¿Que imagen potente se te viene al pensar en Francisco?
GM: La última imagen compartida fue, en realidad, una despedida. Me doy cuenta ahora. En ese momento yo pensaba que él iba a renunciar, que estaba mejorando, sobre todo después de haber salido del hospital. Pensé que estaba repuntando.
Pero después, con el correr de los días, empecé a notar que le costaba mucho respirar. Entonces, no sé... tal vez inconscientemente, ese último mensaje que intercambiamos fue una despedida. Una despedida absoluta.
La imagen que se me viene es la que compartí con él: una obra que se llama Transfiguración, justamente. Es él, como pasando de un estado al otro. La última carta que le escribí habla de eso, de ese pasaje.
Hubo otros mensajes anteriores, muchos, sobre temas diversos, charlas sobre otras cosas. Pero el último, ese mensaje final, fue una despedida. Así que la imagen que me viene ahora, la que permanece, es esa.
DM: Hiciste un posteo sobre una visión o sueño sobre Francisco "transfiguracion"
GM: Sí, tengo muchas cosas hechas así, pero en general no las comparto. No estoy muy activo en redes. Pero esta vez tomé la decisión de dejarla publicada.
La canción que usé es Huellas en el mar. Y, casualmente —o no—, tiene una frase que me quedó resonando fuerte estos últimos días, justo cuando empecé a ver todo el movimiento que se generó: “¿Por qué tendremos que ir tan lejos para estar acá?”.
Me parece que esa frase representa bastante bien todo lo que estuvimos sintiendo esta semana.Alguna vez Charly me dijo algo que siempre me quedó grabado: “Si alguien me va a homenajear, que lo haga en vida”.
Y creo que tiene mucho que ver con esto. Con valorar a las personas mientras están vivas, con reconocerlas en el presente.
Claro que si alguien no te llega, no te conmueve, está bien no forzar nada. Pero lo que sí es cierto es que, después de la muerte, siempre hay mucho movimiento alrededor de estas figuras. Mucha atención, muchas palabras...
Por eso, lo importante es también poder abrazar, agradecer y celebrar en vida.
DM: Gracias, Gustavo. Por tu arte, por tu mirada, por dejar que los trazos de Francisco sigan hablando a través de tu obra.
GM: Gracias a vos, Diego. Y gracias por difundir arte